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Ya son más de treinta las camadas de chicos y chicas que hemos preparado para ingresar a los colegios universitarios y nuestra misión sigue siendo la misma: transformar el esfuerzo del ingreso en una experiencia positiva para toda la familia.
Sabemos que esta es para muchos de nuestros alumnos y alumnas una nueva forma de contacto con el estudio y la evaluación rigurosa de sus conocimientos. La manera en que lo vivan, impactará, seguramente, en su valoración de la cultura y en la imagen que adquieran de los frutos que puede rendir el esfuerzo intelectual.
Nuestra metodología de enseñanza y acompañamiento está orientada a que las chicas y los chicos aprovechen al máximo su potencial de aprendizaje, sin que sientan esta etapa como una fuente de sufrimiento o un sacrificio desmesurado.
Nuestro éxito está comprobado en los altísimos porcentajes de ingresantes que tenemos cada año. Pero también en los agradecimientos y el reconocimiento que recibimos constantemente de quienes ya transitaron en el Instituto esta experiencia.
Cada vez que una exalumna o un exalumno nos visita para contarnos que extraña y recuerda con cariño nuestras clases, campamentos, fiestas, tutorías o charlas informales, sabemos que conseguimos que otra persona estableciera una relación positiva con el saber y sus recompensas.
Nos llena de orgullo recibir cada vez más a los hijos e hijas de quienes en su momento habitaron nuestras aulas.